Hace casi dos años impartí una conferencia en Jerez de la Frontera, invitado por su Archivo Municipal y su Ateneo, dentro del Ciclo de Conferencias que, año tras año, organizan. Bajo el título que preside estas líneas, insistí en la importancia de los expedientes matrimoniales como fuente para la investigación histórica y genealógica. En este caso, en Jerez de la Frontera.
No me considero un experto en la historia de Jerez de la Frontera ni en la nobleza jerezana, y así se lo hice saber a Cristóbal Orellana, por lo que dudé en aceptar el ofrecimiento. Había acudido varias veces al Archivo Municipal de Jerez de la Frontera para llevar a cabo diversas investigaciones por encargo, tocando padrones de comienzos del siglo XIX, actas capitulares de comienzos del siglo XVI o protocolos notariales de finales del siglo XV, así como al Archivo Diocesano de Asidonia-Jerez, donde había consultado, no sin trabajo por aquella “regla del tres” (tres días, tres horas, tres libros…), los libros sacramentales de las 9 parroquias de la ciudad jerezana, de Rota o de Chipiona, por citar algunos.
No todas aquellas investigaciones buscaban demostrar la nobleza de los antepasados de mis clientes por lo que pude tocar linajes nobles y otros, la inmensa mayoría, pertenecientes al “estado general”. Decidí enfocar mi intervención hacia aquello que, creo modestamente, domino: el trabajo, la investigación, con una fuente muy concreta, los expedientes matrimoniales. Ya sabéis que soy un acérrimo defensor, aunque a veces he tenido mis tribulaciones y he podido perder la fe en ellos, de los expedientes matrimoniales como fuente para la investigación genealógica, especialmente en aquellos casos en los que los archivos parroquiales, incluso también los municipales, se han perdido.
Desde mi punto de vista, los expedientes matrimoniales constituyen una fuente de fundamental importancia. A diferencia de una partida de matrimonio, que aporta datos concretos de un momento determinado, o de un testamento, que aporta información, en el caso de estar casado o viudo, desde la constitución del matrimonio, en que nace la sociedad de gananciales entre los cónyuges, hasta que ésta queda disuelta tras el fallecimiento de uno o ambos cónyuges, los expedientes matrimoniales son fundamentales para conocer la trayectoria vital de los individuos objeto de estudio desde su nacimiento hasta el momento de su matrimonio. Afortunadamente, Jerez cuenta con todo tipo archivos, por cierto magníficos municipal, notariales, parroquial y, por lo que tocaba a aquella conferencia, diocesano. Por mi experiencia, en aquellos lugares en los que se conservan todo tipo de fuentes, los expedientes matrimoniales son nada o muy poco utilizados; si tenemos los libros sacramentales, ¿para qué buscar fuentes alternativas?
Ahora bien, cabe preguntarse: ¿dónde se conservan los expedientes matrimoniales de Jerez?
En primer lugar, en el Archivo Diocesano de Asidonia-Jerez, dentro del fondo de expedientes matrimoniales apostólicos, es decir aquellos en los que los novios necesitaron una dispensa, por consanguinidad o afinidad, para la celebración de su matrimonio. Como os conté la semana pasada, este fondo se transfirió a este Archivo desde el Archivo General del Arzobispado de Sevilla (en adelante, AGAS) en los años 80 del siglo XX y está constituido por expedientes datados entre el siglo XVI y mediados del siglo XIX. Además de los índices en papel elaborados en los siglos XVIII y XIX y procedentes del AGAS, también existe una base de datos, cuya consulta es realizada por el personal del Archivo, por lo que la localización de una posible dispensa es, por tanto, rápida.
Sin embargo, en el AGAS también se conservan expedientes matrimoniales apostólicos de Jerez de la Frontera pertenecientes al último tercio del siglo XIX y comienzos del siglo XX por lo que cabe preguntarse ¿por qué esta documentación no se transfirió al Archivo Diocesano de Jerez (y, por extensión, ni los de la actual diócesis de Huelva al Archivo Diocesano de Huelva). La respuesta es clara: estos expedientes se encuentran mezclados con los ordinarios y secretos de toda la archidiócesis. Y para confirmar que, efectivamente, todavía se conservaban en Sevilla expedientes matrimoniales apostólicos de Jerez de la Frontera, realicé una cata en aquellas cajas “más recientes” como una, por ejemplo, del año 1891, en la que encontré media docena de expedientes jerezanos. Aunque no tuviesen mucho que ver con el título de la conferencia por no ser necesariamente nobles o descendientes de nobles, correspondían a los expedientes de dispensa por consanguinidad de Antonio Rincón García y Dolores Rincón Caballero; D. Pedro Pino Valencia y Doña Desamparados Badía y Valencia; Luis Flores Junquera y Luisa Junquera Navarro; D. Guillermo Coria Barreto y Doña Enriqueta de María y García de la Parra; José Rodríguez Domínguez y Mercedes Jurado Domínguez; y Antonio Romero Torralbo e Inés Torralbo Moreno.
Además de los expedientes apostólicos, el AGAS conserva, y aquí está la madre del cordero, los expedientes ordinarios de los antiguos límites jurisdiccionales de la archidiócesis de Sevilla, es decir, los de las actuales diócesis de Sevilla, Huelva y, lo más importante para el caso que nos ocupa, Asidonia-Jerez. Ordenados alfabéticamente por el nombre de pila del contrayente, cronológica y geográficamente (se separan los de Sevilla capital de los de los pueblos), podemos buscar en los índices y, a falta de ellos, directamente en las miles de cajas en los que se guardan. Entre los expedientes matrimoniales ordinarios más antiguos de Jerez de la Frontera, correspondientes a los de aquellos contrayentes cuyos nombres de pila comienzan por la letra A, encontramos el expediente de Alonso Real y Lucía Díaz, el de los negros Agustín Benítez e Isabel de la Cruz, o la libertad que se le dio al jerezano Agustín Cordero para casar en Utrera, todos ellos del año 1597.
Por último, me gusta trabajar en el AGAS con otra sección muy interesante para la genealogía, la sección Justicia, dentro de la cual encontramos las series de “Palabras de casamiento” y de “Divorcios”. Como este texto está dedicado a la constitución al matrimonio y no a su disolución, pondré más adelante varios ejemplos de aquellos expedientes por incumplimiento de palabras de casamiento que, felizmente, terminaron en la celebración del matrimonio y sólo dejaré anotados aquí los divorcios relacionados con Jerez de la Frontera que he encontrado en este Archivo, los de Rodrigo Navarro y Doña Beatriz de Robles (1752), D. Pedro Bernal y Doña Antonia Fernández Rey (1754), Ignacio de Cantos y María del Rosario (1786) y Rafael de Ostos y Doña Cristobalina Lasso de la Vega.
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