El título que encabeza estas líneas es el subtítulo de Lo que no me contaste, una obra del historiador británico Mark Mazower sobre la historia de su propia familia, publicada originalmente en inglés en 2017, y editada en español por Crítica en junio del pasado año, como parte de su colección El tiempo vivido.
«Pensaba que conocía bien a papá, pero el día que murió empecé a comprender que gran parte de su vida me resultaba desconocida.» En esta obra, Mazower nos presenta la historia de su abuelo y de su padre a lo largo del siglo XX; un libro que, como los de los Sznajderman polacos o los Levi de Salónica, los Ephrussi originarios de Odessa, los Benjamin alemanes, los Rajk húngaros o los Jablonka polacos, de los que ya os he hablado, es historia del siglo XX, así como el resto de libros que forman parte de esta interesante colección de la editorial Crítica, incluido el de los Wolff alemanes.
La biografía de su abuelo paterno, Max Mazower, nacido en Grozno, actual Bielorrusia, y bundista en Vilna, actual Lituania, corre paralela a la historia de la oposición clandestina, y marxista, al zarismo durante la última década del siglo XIX y la primera del XX: «Desde 1901 había sido enviado dos veces a Siberia y las dos se había fugado; se había exiliado en Suiza y en Alemania; había dirigido las operaciones del Bund en Vilna, Varsovia y Lodz. Había sido prófugo, lo habían detenido e interrogado en numerosas ocasiones, y había sacrificado la posibilidad de formar una familia por la causa socialista.» Hasta que en 1909 llegó a Londres, donde dedicó «toda su inventiva, su capacidad de organización y su natural cautela a forjarse una nueva vida y buscar un nuevo hogar» trabajando durante la segunda década del siglo XX en la Yost Typewriter Company como responsable de ampliar el negocio en Rusia.
También escribe sobre su abuela, Frouma, “la persona más dulce y afectuosa que encontramos en el transcurso de nuestros peregrinajes” quien convirtió el 20 de Oakshott Avenue, donde se estableció el matrimonio, en un hogar y por donde gravitaron otros inmigrantes de origen judío que conformaron la vida social de aquel domicilio, los Koldofsky, los Zukerman, los Kiel, los Broido o los Japolsky; sobre sus antepasados paterno-maternos, los Toumarkine, originarios de Smolensk, un clan de judíos rusos moderadamente próspero, y sobre la medio hermana de madre de su padre, Ira Baltermants; y sobre su padre, nacido en Londres en 1925, cuyos primeros recuerdos estaban marcados por la ausencia del padre y la calidez de la madre, su formación en Oxford durante los años de la guerra y su paso por el ejército al final de la guerra y la inmediata posguerra, lo que le supuso escarbar en el pasado de lo que sabía sobre su él e identificar en el niño aquellos elementos que ya le resultaban familiares.