Los libros 7 (1725-1739) y 8 (1740-1748) de entierros de la parroquia del Salvador de la ciudad de Sevilla guardan una serie de coplas, versículos, antífonas, oraciones… que se alternan con las partidas de los miles de entierros celebrados en la Insigne Colegial entre 1727 y 1748.
El autor de casi un millar de versos debió de ser D. Pedro de Aguilar y Pastora, presbítero, sacristán mayor y colector de obvenciones de la Colegial del Salvador, encargado no sólo de cobrar por la celebración de dichos entierros sino de asentarlos en dichos libros, que debía llevar al día.
Durante poco más de 20 años, desde mayo de 1727 hasta noviembre de 1748, los asientos de entierros de ambos libros se ven salpicados de composiciones en verso (redondillas, coplas o cuartetas, generalmente) así como citas, todas en latín, de la Biblia, tanto del Antiguo Testamento (Salmos, Lamentaciones, Job, Jeremías…) como del Nuevo Testamento (versículos del evangelio según San Mateo o de las cartas paulinas).
Tanto versos como versículos tienen una temática en común: la brevedad de la vida, el arrepentimiento, las buenas obras, los novísimos (la muerte, el juicio final, el infierno, la gloria)… Un tema, por supuesto, acorde al del propio objeto de los libros de difuntos o de entierros, pero que también preocupaba mucho a D. Pedro, quien se declaraba, al inicio del libro 7, temeroso del juicio final.
Reuniré aquí algunos ejemplos de las citas bíblicas que podemos encontrar en ambos libros de entierros y abro hilo en Twitter para compartir con vosotros los versos de este presbítero sevillano:
Del libro de los Salmos (119:37): Averte oculos meos, ne videant vanitatem; in via tua vivifica me [Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino].
Del libro de Job (19:21): miseremini mei miseremini mei saltim vos amici mei quia manus Domini tetigit me [Tened compasión de mí, amigos míos, porque Dios ha dejado caer su mano sobre mí].
Del libro del Eclesiástico (7:36): In omnibus operibus tuis, memorare novissima tua, et in aeternum non peccabis [En tus acciones ten presente tu final, y así jamás cometerás pecado].
Del libro de las Lamentaciones (3:20: memoria memorero et tabescet in me anima mea [Me pongo a pensar en ello y el ánimo se me viene abajo]
Del evangelio según San Mateo, cita el versículo 33 del capítulo 6: quaerite autem primum regnum et iustitiam eius et omnia haec adicientur vobis [Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas], así como versículos sueltos de las cartas de San Pablo a los Efesios (5:14): Surge Qui dormis Et exurge a mortuis Et illuminabit te Christus [Despiértate, tú que duermes; levántate de entre los muertos y Cristo te alumbrará]; a los Filipenses (1:23): Cupio dissolvi et esse cum Christo [Quisiera morir para estar con Cristo]; o de la segunda a los Corintios (6:2): Ecce nunc tempues aceptabile, Ecce nunc dies salutis [Y ahora es el momento oportuno. ¡Ahora es el día de la salvación!]
Continúa D. Pedro con sus oraciones durante años y plasma, sobre la portada del libro 8, en enero de 1740, los siguientes versos:
¡Oh, mi Jesús! Quien pudiera
borrar mi mala afección
con lágrimas de mis ojos
y con pura contrición.
Hoy es el día primero
que este libro se comienza;
no sé si antes que acabe
tendré dada estrecha cuenta.
Hodie mihi, cras tibi [Hoy muero yo, mañana lo harás tú]
Ora pro me [Recen por mí]
Temía D. Pedro, toda vez que pronto, ser sólo un nombre más de aquel libro octavo de difuntos. Pero no fue así. Aunque sus últimos versos datan de noviembre de 1748, su entierro, que tuvo lugar el 10 de marzo de 1750, quedó asentado en el reverso del segundo folio del libro siguiente, el libro noveno (1750-1761).
Curiosamente, este libro (núm. 9) faltaba en 1982 cuando se realizó el inventario del Archivo de la Parroquia del Salvador, publicado en la obra Los archivos parroquiales de Sevilla pero, afortunadamente, debió aparecer en algún momento ya que, junto a los libros de entierros 7 y 8 y el resto de libros sacramentales de esta parroquia, se conserva actualmente en el Archivo General del Arzobispado de Sevilla.
D. Pedro de Aguilar, preocupado por la brevedad de la vida, nos ofrece también algunas notas curiosas sobre el calendario litúrgico de 1734 y nos refiere un episodio de una pertinaz sequía.
En 1737, escribe sobre la sequía y la procesión del Lignum Crucis que se había celebrado fuera de la Catedral el 30 de marzo de aquel año sin que, a fecha de 1 de abril, hubiese llovido.
Entre los entierros del mes de septiembre de 1737, encontramos estos versos con los que D. Pedro rogaba a Dios:
De Tu gran misericordia,
usad, Señor, con tus siervos
que en trabajos sumergidos
ya desfallecen tus pueblos.
La tierra ya no da fruto,
los pobres sin un remedio,
por la falta de rocío,
que has de enviar desde el cielo.
Nuestras culpas son la causa
de estas desdichas que vemos.
Usad de misericordia,
para que nos enmendemos.
Y por fin llegó la lluvia, anunciada con estos otros versos entre los entierros de junio de 1738:
Sevillanos afligidos
por las miserias del tiempo,
consolaos que ya Dios
del cielo envía el remedio.
Demos a Dios muchas gracias
pues vemos que ya a este pueblo
con la abundancia de trigo
a todos nos da el consuelo.
Nos cuenta D. Pedro que, “en este año de 1734 cayó Seniza a dies de marzo; Resurreción a 25 de Abril; Assención a tres de junio; Pasqua de Espíritu Santo a 13 de junio; el Corpus a 24 día del Señor San Juan Bauptista.” Y añade, como no podía ser de otra forma, una redondilla entre los entierros del mes de abril de 1734, que decía:
Corpus y San Juan, sin duda,
en este año [1734] cayera,
pocos habrá que lo cuenten,
cuando esto otra vez suceda.
Pocos, no; ninguno de los que aún vivían en 1734 quedaba ya en 1943, cuando el Corpus Christi volvió a coincidir con el día de San Juan, es decir, el 24 de junio. Habían pasado más de dos siglos. Sí que es posible que los más jóvenes en 1734 viviesen el Corpus Christi en la víspera de San Juan, el 23 de junio de 1791 (apenas dos días antes, Luis XVI había sido reconocido y arrestado en Varennes), como también sucedió en 1859 y, hace poco, en 2011.
La festividad del Corpus Christi volverá a coincidir con San Juan, como aquel 1734, en 2038, esperando que tanto los lectores de esta entrada como yo mismo, estemos vivos para contarlo. Para la siguiente, en 2190, me temo que no estaremos ninguno.
Como tantas veces glosó D. Pedro Aguilar en estos libros, finis venit, venit finis.
Muy interesante el artículo sobre los libros de entierros de la parroquia del Salvador. Gracias por compartir tan interesante aporte. Los libros se pueden estudiar en línea? Un saludo desde Guatemala
Hola Luis Alfonso,
Me temo que no, que no hay nada digitalizado ni nada online de esta parroquia; los libros sacramentales de esta parroquia se conservan en el Palacio Arzobispal de Sevilla, donde pueden ser consultados personalmente.
Un saludo,
Fernando Hidalgo
Gracias Fernando por la aclaración. Un saludo
Bonito homenaje a Don Pedro, los que ya no están, siguen viviendo cuando se les nombra, cuando se les cita, cuando recordamos sus obras. Don Pedro en noviembre de 2019 ha vuelto a El Salvador. Gracias
Don Pedro en este mes de noviembre de 2019 ha vuelto a su parroquia de El Salvador, lo trajo de vuelta Fernando al citar sus versos, al hablar de él,
al rememorar su trabajo, gracias bonito trabajo.
Estos libros están indizados? Saludos.
Hola,
Si te refieres a si están indexados en alguna página web, me temo que no. Si me preguntas por índices en papel que formen parte de los libros, o que estén en libro aparte, creo recordar que si, pero dependerá de la fecha. Si estás interesado en ellos, envíame la información que necesites a fernando@hidalgoysuarez.es y podría consultarlos en Palacio Arzobispal cuando reabra sus puertas el 3 de enero.
Un saludo,
Fernando