Archivos, 300: Archivo General del Obispado de Córdoba

Recuerdo que una de las veces que estuve en el Archivo General del Obispado de Córdoba, un investigador encontró la partida de matrimonio de su antepasado y, al leerla en voz alta para compartir la información con su compañero de mesa, oí: «Sena de Luna». «¡Qué casualidad! -pensé-, el mismo pueblo en el que nació mi cuarto abuelo, Juan Hidalgo.»

Han pasado muchos años de aquello. Hace bastante tiempo que no visito el Archivo General del Obispado de Córdoba. En aquella ocasión iba buscando, como no podía ser de otra forma una vez que los archivos parroquiales están agotados (Encinas Reales, en ese caso), expedientes matrimoniales (los asiduos a este blog ya conocéis mi querencia hacia este tipo de documentación) de finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII.

La conservación y organización de esta serie es muy deficiente. Si no ha cambiado nada en los últimos años, los expedientes matrimoniales se encuentran en un edificio anexo al de la sala de consulta del Archivo por lo que hay que reservar o pedir por adelantado que nos lleven a sala los legajos correspondientes a los años en los que queramos buscar. Una serie que, como digo, no está bien organizada ya que hay que consultar directamente los legajos (compuestos de varias cajas) de unas cronologías aproximadas para saber si podemos encontrar en ellos algo o no. No existen índices y los expedientes de la capital y los de los pueblos (que no son todos, ni mucho menos) están juntos en esos mismos legajos.

A modo de ejemplo, encontramos expedientes de Bujalance y de la parroquia de San Lorenzo de la ciudad de Córdoba de los años 1688-1689, 1695, 1700-1701 y 1711 en el legajo 2523, de los años 1701, 1703-1704, 1710 en el legajo 2520, de los años 1710-1712 en el legajo 2521, de los años 1712-1714, 1716, 1719 en el legajo 2522; y también de Benamejí, Fernán Núñez y Montilla, de 1687, en el legajo 2516; de estas mismas poblaciones, junto a Santaella, del año 1688, en el legajo 2518; o de las cuatro anteriores, junto a Lucena y Torrescabrera, de 1690, en el legajo 2517.

Como vemos, no existe correlación entre la numeración de los legajos y la cronología de los expedientes que contienen. Además, parecen conservarse los expedientes de determinadas poblaciones y parroquias, sin que podamos hablar de una serie completa como pudiera ser la de los expedientes matrimoniales del Archivo General del Arzobispado de Sevilla o los de los Archivos Históricos Diocesanos de Cádiz, León o Zamora, por citar solo algunos.

Pero lo más importante de este Archivo, a día de hoy, es el plan de digitalización de los archivos parroquiales de su diócesis. A diferencia de otras diócesis, que han llevado a cabo la concentración de archivos parroquiales desde los años 70, alguna de ellas más recientemente y con polémica incluida, como la de Mérida-Badajoz, la diócesis de Córdoba ha optado por la digitalización de los libros sacramentales, cuyos originales se conservan en sus respectivas parroquias. De esta forma, el investigador cuenta con un archivo diocesano en el que, en un futuro, se encontrarán digitalizados todos los archivos parroquiales de su diócesis. En septiembre de 2016, una noticia publicada en prensa, afirmaba que se encontraban digitalizadas «la totalidad de las parroquias de la ciudad de Córdoba y parte de las de la Campiña y de la Sierra».

Si tenéis antepasados de la provincia de Córdoba, mi recomendación es que llaméis a este Archivo y consultéis si la parroquia en cuestión está digitalizada. Si no está digitalizada y aún no ha comenzado el proceso de digitalización, podréis consultar el archivo parroquial en la misma parroquia, solicitando permiso a la misma Cancillería del Obispado.  Si hubiese comenzado su digitalización, me temo que tendréis que esperar, aunque son relativamente rápidos. Por último, si el archivo parroquial ya estuviese digitalizado y, aunque hay varios ordenadores, conviene reservar puesto.