El III conde de Fernán-Núñez dedicó unas líneas a la necesidad del estudio de la genealogía en su obra El hombre practico o Discursos varios sobre su conocimiento y enseñanza, publicada en 1680, y cuya edición de 1764 podéis descargar en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
La última parte de su Discurso XIII, de la Historia, «una de las más útiles y aun deleitables ocupaciones que puede tener cualquier príncipe u hombre señalado«, está dedicada al estudio de la genealogía, que transcribo actualizando puntuación y acentuación para facilitar su lectura.
Y porque la parte de la Historia, que mira a la genealogía, o conocimiento de los linajes, suele abrazarse por algunos con tal extremo, que los hace ridículos en el mundo, y aun odiosos; pues no habiendo Dios querido conceder la perfección a esta naturaleza humana en ninguna cosa, esto comprende igualmente a las genealogías, siendo siempre el mejor el que a menos imperfección estuviere sujeto; y siendo también natural a la soberbia e injusticia del hombre el aborrecimiento al que se las conoce, o reprende, de que procede la juiciosa sentencia que el obsequio engendra amor y odio la verdad, cuya consideración hace a otros tener en tanto horror las cosas genealógicas, que quedan sin ningún conocimiento de ellas, y expuestos en la ocasión en que para algún fin útil deban entrar en algún conocimiento de esto a las malicias y horrores de los pocos que de ello hacen profesión.
Con que será bien asentar que el medio entre estos dos extremos deberá ser, ni entregarse enteramente al estudio genealógico, ni dejar de adquirir en éste, con recta y desinteresada intención, los conocimientos útiles y prácticos, como son la estimación en que cada casa y linaje se halla, así en la parte donde nacimos, por donde se ha de empezar, como en todas las demás a que pueda extenderse nuestro conocimiento: el de los parentescos de las personas que viven en nuestro tiempo, de que nos informan sus árboles de costados; las sucesiones que cada linaje considerable prueba; y, por último, el origen que se le atribuye o se conoce y los estados que posee, pasando de esto a las reglas y leyes de armería, para el conocimiento de las armas de que cada uno usa y del modo en que se deban colocar y traer las propias.
Todas las cuales cosas, aunque de muy peligroso uso, como queda dicho, cuando no se tratan con prudencia, conocidas y manejadas con esta virtud, son muy convenientes a cualquier hombre práctico, necesitando a cada paso de estos conocimientos en los usos de la vida, en que siempre se debe tener delante de los ojos el hombre soy, para no creerse exento de las imperfecciones referidas y entender cada uno las de los otros con esta sabia, piadosa y justificada consideración para no hablar en ellas o para responder al que las supiere, cuando sea preciso en estos términos y eligiendo para sus parentescos y fines con estas nociones lo que según los establecimientos de los hombres pueda ser en la práctica del mundo más honroso y más útil.