A comienzos del siglo XVIII, medio centenar de miembros de la nobleza jerezana acudieron al llamamiento de la nobleza efectuado por Felipe V en el marco de la Guerra de Sucesión española (1701-1714). La mitad de los que acudieron a dicho llamamiento pertenecían a 7 ú 8 familias: los Adorno, los Angulo, los Ávila y los Dávila, los Carrizosa, los Ponce de León, los De la Serna, los Spínola y, por supuesto, los Villavicencio.
A medida que avanzamos en el tiempo esta nobleza, asentada desde tiempo inmemorial en la ciudad de Jerez de la Frontera, se fue renovando gracias a los aportes de los hidalgos que, del norte, especialmente de Cantabria, Asturias y, de modo testimonial, La Rioja, llegaron a la ciudad o a las poblaciones vecinas del marco del Jerez, así como también los irlandeses, los franceses, todos ellos del Bearne, y algún que otro genovés, de modo que, a mediados del siglo XIX, una vez que ya se ha producido la conocida “confusión de estados”, se ha producido una auténtica renovación en lo que podemos definir como “nobleza jerezana”.
Para estudiar este proceso de movilidad geográfica y social que se produce en el seno de la nobleza jerezana durante los siglos XVIII y XIX, utilicé los expedientes matrimoniales como únicas fuentes para preparar la conferencia que os presenté en mi anterior entrada. Para ello, realicé varias catas en el Archivo General del Arzobispal de Sevilla (en adelante, AGAS).
Pero, antes de pasar a exponer algunos ejemplos, ¿qué tipo de documentación vamos a encontrar en un expediente matrimonial?
Por regla general, encontraremos:
- Las partidas de bautismo de los contrayentes y, eventualmente, las de entierro de sus anteriores esposos, o de sus padres, si requerían licencia paterna y estos ya habían fallecido.
- Los interrogatorios a una serie de testigos que acrediten la soltería de los novios (lo que hoy conocemos como la toma de dichos).
- Las licencias paternas si los contrayentes eran menores de edad o, si otras circunstancias lo exigían, otro tipo de licencias: reales para los títulos del reino, militares para soldados u oficiales, etc…
- Certificaciones de las parroquias de las que eran o habían sido feligreses, para acreditar su vecindad y cumplimiento pascual.
- Las certificaciones de las amonestaciones, o proclamas, es decir, la publicación del inminente matrimonio en las respectivas parroquias de los contrayentes. En este caso, una común característica que se observa entre la nobleza jerezana es la dispensa de amonestaciones. Es lo que se conoce como el «matrimonio secreto», una práctica muy habitual entre los comerciantes, de Cádiz, Sevilla, Jerez o cualquier otro lugar de la Península, pero que también encontramos, de forma común, para los expedientes matrimoniales de la nobleza jerezana que hemos consultado… y de la que hablaremos en entradas posteriores.
- Y, por último, documentación miscelánea que acredite la calidad de los contrayentes o, por ejemplo, los poderes notariales mediante los cuales los novios, por ausencia de uno de ellos o de ambos, iban a contraer matrimonio «por poderes». Esto último, por ejemplo, sucedió con Don Cristóbal Avilés Casco y Castro, viudo de Doña María Alcón y Cala, regidor perpetuo de la ciudad de Ronda, teniente del infante Don Carlos María Isidro y caballero y hermano mayor de su Real Maestranza, que casó con la jerezana Doña Calixta del Duque Ponce de León, hija de Don José del Duque y Grimanet y de Doña Isabel Ponce de León, y nieta paterna de Don Dionisio del Duque, caballero del hábito de Santiago y mariscal de campo, y materna de Don Luis Ponce de León y Zenda alguacil mayor del santo oficio y maestrante también de Ronda. Él no podía pasar a la ciudad de Jerez a cumplir con los esponsales “por las graves ocupaciones y atenciones que están a su cargo en desempeño de los referidos empleos que está ejerciendo” y daba poder marqués del castillo del Valle. Esto sucedía hace 201 años, en 1818.
- Incluso, aún cuando los expedientes matrimoniales no sean los de los protagonistas objeto de nuestro estudio, los miembros de la nobleza jerezanos, otros expedientes, como los de sus criados o esclavos, pueden proporcionar información sobre sus dueños o amos. Sin embargo, por la cata realizada en el AGAS, sólo he encontrado el expediente de Pedro Antonio, de color moreno, esclavo del marqués de Casa Pavón, con María Guerrero, a mediados del siglo XVIII.