Es increíble. Nunca me había pasado nada semejante. He encontrado documentos curiosos, documentos en legajos en los que no tendrían que estar y, muy de vez en cuando, nuevos documentos para antiguos clientes en investigaciones posteriores para otros clientes y por pura casualidad, pero nada con la inmediatez y con tantos kilómetros de por medio como lo que me sucedió la semana pasada.
La semana pasada la comencé en Almendralejo y la acabé en Sevilla. Y toda esta semana estaré en Babia, en las montañas de León, pero trabajando en Asturias. Pero a lo que iba: el lunes pasado estuve en la Biblioteca del IX Marqués de la Encomienda, de la que ya os hablé en un post anterior, asistiendo a un genealogista profesional portugués y partner en Portugal, ProGenea, Genealogia e Heráldica Portuguesas, en una investigación para un cliente cuyos antepasados eran extremeños, concretamente de la ciudad de Trujillo, en la actual provincia de Cáceres. Y el viernes, todo un clásico para terminar la semana, el Archivo General del Arzobispado de Sevilla (AGAS), al que acudí para consultar una serie de expedientes matrimoniales en el marco de mi investigación para mi tesis doctoral.
Ante el interminable número de legajos que me quedaban por consultar, estuve dudando un buen rato por cuál empezar, hasta que finalmente me decidí. ¡Bien! ¡Encontré el expediente que iba buscando! ¡Arghhh! ¡Poca información para lo mío! Seguí consultando el legajo, como suelo hacer, por si había otros expedientes matrimoniales que pudieran resultar más interesantes. ¡Y ahí estaba! ¡Era el expediente matrimonial del cabeza de línea que estuve buscando el lunes en Almendralejo y que no encontré por falta de tiempo! El lunes por la tarde, ya a última hora, me quedé en el matrimonio de su hijo en Trujillo, pero mi colega Gui lo encontró al día siguiente.
Lo que tuve entre mis manos el viernes en el AGAS era parte del procedimiento para contraer matrimonio ya que el novio, gallego para más señas, había viajado por media Andalucía y residía en la ciudad de Sevilla cuando quiso contraer matrimonio en la ciudad de Trujillo en 1716. Sin conocer esos datos del contrayente jamás habríamos encontrado este documento en Sevilla; ni queriendo. Si ya es difícil localizar muchos expedientes matrimoniales en determinadas diócesis buscar un expediente en otras diócesis, como recurso extremo porque no hay otras fuentes primarias, sería impensable, por no decir que es una idea descabellada.
Tremenda casualidad. Era el primer legajo de la mañana. No me había pasado nunca, y dudo mucho que vuelva a suceder.
Fernando!! que has estado en Almendralejo y no me has avisado??? es el pueblo de mis padres, pase parte de mi infacia allí, aunque ahora te puedo servir de poco pues estoy a más de 7000 Km de esta población, pero si necesitas algo….ya sabes!! Un abrazo,