Para concluir la serie de entradas sobre Genealogía y museos, iniciada hace unas semanas, reflexiono sobre los museos como centros de divulgación.
Otro tipo de museos, mucho más pequeños y modestos, tienen un interesante componente que nos acerca a los modos de vida de nuestros antepasados; se trata de los pequeños museos temáticos, locales o comarcales y los centros de interpretación que se multiplican por nuestra geografía. Un museo del pan, del aceite o del vino, nos va a acercar, de alguna manera, a aquellos antepasados que fueron panaderos, molineros o bodegueros; un museo de la minería, del ferrocarril o de la industria, hará lo mismo con aquellos que tuvieron profesiones relacionadas con estas actividades; y un museo de indianos, de la emigración o de la inmigración, nos permitirá enmarcar en un proceso histórico mayor el viaje iniciado por nuestro antepasado en un momento concreto de su vida.
En mi caso, como descendiente de hidalgos rurales, encuentro en la montaña de León y en la sierra de Cameros interesantes ejemplos que me permiten comprender mejor las condiciones de vida de mis antepasados: el Museo del Pastor, en Barrios de Luna, y el Museo de Torre de Babia, ambos en la montaña de León, o el Centro de Interpretación de la Trashumancia, en la Venta de Piqueras, en la sierra de Cameros, en La Rioja, todos magníficos ejemplos de centros que nos muestran el modo de vida de aquellos pastores que cada año, de septiembre a mayo, bajaban a las extremaduras, dejando sus sierras tristes y oscuras.
Excelente como siempre!