En estos días de Navidad y comienzos de año, nada mejor que investigar en el Archivo General de Indias (en adelante, AGI).
La primera vez que estuve en el AGI lo hice cuando todavía estaba estudiando en la facultad. Todavía recuerdo, y creo que en algún lugar lo conservo, mi número de TNI (Tarjeta Nacional de Investigador): 00211510, en el que los tres primeros dígitos (002) identificaban al AGI dentro del Sistema Español de Archivos.
Estuve en el AGI para realizar un trabajo, para la asignatura de Historia de América, sobre la emigración a Indias de los Lerdo de Tejada. Quería conocer el contexto en el que los hijos de un comerciante español llegaron a Presidente y Ministro de Hacienda de un México independiente. Posteriormente, he podido completar este trabajo con documentos de otros muchos archivos, como el Archivo Histórico Provincial de Cádiz o el Archivo General de la Nación, de México, y que espero pueda publicar próximamente en el Boletín de la Asociación Riojana de Genealogía y Heráldica.Pero a lo que iba. ¿Sabías que sólo está digitalizado el 14% del Archivo General de Indias?
Hace unas semanas mantuve una charla con su director, Manuel Ravina, cuya labor al frente del Archivo Histórico Provincial de Cádiz ha sido encomiable. Aquel día hablamos de archivos, y no sólo del de Indias, también de archiveros, de historia, de genealogía, de nuevas tecnologías… Y ayer, en una entrevista al mismo Ravina publicada a El País, volví a leer lo que me comentó sobre ese 14%.
Ya sabemos que el 86% del AGI no está digitalizado y, dependiendo de la sección que se trate, sus documentos estarán descritos con mayor o menor detalle. Hablamos, por tanto, de miles de legajos, de millones de documentos, de los que se conocen sus cronologías y los temas que tratan (reales cédulas y provisiones, empleos, contabilidad, correspondencia, pleitos…), pero no al nivel que al investigador, historiador o genealogista, le gustaría encontrar en la base de datos de PARES. Como he dicho en más de una ocasión, ni todo está en PARES, ni todo está en internet: hace falta ir al archivo.
Cuando recurro al AGI lo hago porque las investigaciones de mis clientes están en un punto en el que sólo la revisión continuada de los legajos que componen tal o cual sección podrían dar sus frutos. En estos casos, dado que voy buscando «información de carácter personal», suelo revisar los fondos relacionados con la provisión de empleos, civiles, militares o eclesiásticos; hojas de servicio; relaciones de méritos; cartas de naturaleza; expedientes varios, etc… Y poco a poco me voy haciendo con mis propias relaciones sumarias de legajos e incorporándolas a mi base de datos, ya que voy tomando nota de todos aquellos expedientes que pueden facilitar mi trabajo en el futuro. Es una milésima parte del conjunto, pero menos es nada.
En estos días, he estado revisando documentación sobre eclesiásticos en la Isla de La Española a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, de la Sección de la Audiencia de Santo Domingo, para localizar información sobre un par de presbíteros de determinada familia. A falta de otros datos de tu antepasado directo, la búsqueda de expedientes de colaterales (funcionarios, militares, religiosos…) es una buena opción y más, si cabe, en el Archivo General de Indias donde, como sabemos, hay información de toda América y Filipinas.
De momento, no ha aparecido nada sobre la familia objeto de estudio pero me he cruzado con varias docenas de relaciones de méritos de otros eclesiásticos, americanos, españoles y europeos, cuyos datos podrían servir para continuar cualquier investigación genealógica, en América o en España, ya que suelen incluir lugares de nacimiento y vecindad, filiación, estudios, destinos, etc.
Por cierto, mirad qué curiosa relación de méritos, que cabe datar en 2010, encontré la semana pasada:
Por último, dos curiosidades más, tanto para los que no habéis estado nunca en el AGI como para los que lo habéis visitado pero no habéis entrado en la sala de consulta: ¿sabíais que los legajos que se ven en las salas de exposición de la antigua Casa Lonja son sólo cajas y que en su interior no hay documentos? ¿Sabíais que la sala en la que trabajan los investigadores ya no se encuentra en la Casa Lonja sino en la Cilla del Cabildo?
En este último edificio, ubicado justo al lado, en la calle Santo Tomás, y con el que se encuentra comunicado por un paso subterráneo, es donde me ha tocado trabajar en estos días.
…. Interesantísimo D. Fernando, está haciendo un trabajo digno de todo elogio, aparte de interesante, curioso y entretenido (eso, permítame la expresión, no es trabajar, eso, amigo mío es disfrutar… algo que antaño hice en mi ejercicio profesional como médico), aplaudo su dedicación y a la par la envidio (no en balde, en este nuestro país estamos en el país de la envidia endémica), sería una inteligente, necesaria y curiosa tarea a la muchos podríamos dedicar nuestro tiempo en vez de pasar el día silbando en el parque. Un abrazo. Ricardo JM Hernández Otero (rherote@gmail.com).