Apenas media docena de legajos de un archivo municipal de reducido tamaño muestra al lector un cabildo municipal del Aljarafe sevillano en el que los recibimientos de hidalguía centraban, por no decir que monopolizaban, la mayor parte de su actividad concejil.
Los legajos a los que me refiero se conservan en el Archivo Municipal de Tomares y contienen en torno a un centenar de expedientes de hidalguía, pleitos, probanzas y diligencias, además de cuadernos sueltos de actas capitulares en los que también se dejó constancia de algunos recibimientos de hidalguía.
Este pequeño archivo municipal sevillano no tiene ni archivero municipal –depende del archivero de zona de la Diputación de Sevilla– ni sala de consulta –cuando consulté este archivo hace años tuve que hacerlo en la sala de lectura infantil de la Biblioteca Municipal– ni documentación más antigua que la ya citada.
La justificación a la existencia de este rico fondo, de notable interés para la genealogía, la encontramos en las propias actas capitulares: el cabildo municipal de Tomares de 22 de abril de 1747 que, en respuesta a una Real Provisión dada a comienzos de año por el ministro Carvajal, afirmaba que la villa y su jurisdicción, es decir, Tomares y San Juan de Aznalfarache, se componía de 66 vecinos, entre los que se contaban 14 pobres y dos nobles, “aunque ay otros son caballeros hijosdalgo vecinos de la dicha ciudad [Sevilla] y eredados y azendados en esta villa [Sevilla]”.
En Tomares pueden seguirse los principales flujos y corrientes migratorias que caracterizaron a la región hispalense durante el Antiguo Régimen.
Hidalgos de la cornisa cantábrica, desde Galicia al País Vasco, son recibidos como nobles en el aljarafe sevillano: del Reino de Galicia proceden los Agándara; de la vecina Asturias, los Peón Miranda; de las provincias de Burgos y de Santander procedían los Cantón Salazar, los Salceda y los Villaverde; del Señorío de Vizcaya son los Aguirre, los Echegoyan y los Gardeazabal, aunque también, como oriundos del mismo señorío pero nacidos en tierras de La Rioja antes de emigrar al Reino de Sevilla, los Inurria y los Juániz y Echalaz.
Del vecino Reino de Córdoba proceden los Vega Aguilar y, al otro lado de Sierra Morena, desde Alcaraz, en Toledo, llegan los Peralta. Meramente testimonial es la presencia de linajes cuyo origen radica en la Corona de Aragón: del Principado de Cataluña llegan los Mornau. Y allende los Pirineos, hay que destacar, como hacendados en el Aljarafe sevillano, linajes de origen irlandés, como los White, o de procedencia flamenca como los Huneus de Amberes y los Malcampo de Gante, cuyo árbol genealógico ilustra estas líneas.
También se observan movimientos de población dentro del propio del Reino de Sevilla, de villas cercanas, a menos de una jornada de viaje, como Alcalá del Río (Rodríguez de Villegas) o Utrera (los Morales y los Palacios de Mella), de otras más alejadas como Olvera y Arahal (los Lobillo), o las más occidentales del Reino, como Huelva (Vargas Lozano) o Ayamonte (Pérez Tello).
El extracto de estos expedientes sirvieron de base para la publicación del primer tomo de mi obra Hidalguías del Reino de Sevilla, cuyos índices (onomástico y toponímico) podéis consultar aquí, junto al extracto del mismo tipo de documentación de otras poblaciones del antiguo Reino de Sevilla como Alcalá del Río, Benacazón, Brenes, La Rinconada y Valencina de la Concepción, y de cuyos respectivos archivos municipales hablaré próximamente.
Esta entrada es un brevísimo resumen del texto introductorio de mi artículo publicado en el volumen XII, en el año 2009, de los Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, por lo que os invito a seguir leyendo el texto completo, incluidas las genealogías, en el siguiente enlace de Google Books.
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